Legislar lo desconocido y votar por cojones

Es lógico que los miembros de un mismo partido político compartan determinados principios relacionados con la economía, la fiscalidad y las finanzas, entre otros muchos. Porque es un sinsentido que un miembro del partido comunista defienda el libremercado, o que un político de un partido de derechas abogue por la nacionalización de empresas y capitales. Son cuestiones propias de la ideología política que cada partido defiende, y si alguno de sus miembros no comparte las bases políticas en que se sustenta el partido al que pertenece, lo mejor que puede hacer es cambiar de partido o dejar la política.

Lo que nunca comprenderé es por qué determinadas cuestiones cuyo posicionamiento personal depende de la esfera más intima de los sentimientos y de las creencias individuales, tienen por qué formar parte de los fundamentos e ideas partidistas. No comprendo porqué la izquierda se posiciona del lado abortista y la derecha lo reprueba. Tiempo atrás ocurrió lo mismo con el divorcio. Igualmente con el matrimonio homosexual. Y en otros países determinados partidos abogan por la pena de muerte mientras que otros la desaprueban. Igualmente ocurre con la eutanasia. Lo mismo con la experimentación con células madre. Y seguro que los avances científicos y sociales nos irán deparando nuevas cuestiones tan delicadas y complejas a la vez sobre la que los partidos políticos deberán definirse, y lo harán sin lugar a dudas.

Aborto, divorcio, homosexualidad, pena de muerte, eutanasia, experimentación con células madre… asuntos todos que trascienden de lo meramente social y calan en lo más hondo del ser humano, y que por supuesto están por encima de la política en el sentido que esta palabra tiene sobre la forma de gobernar el Estado. Son cuestiones sobre las que cada persona tiene su propia opinión basada en su nivel de conocimientos, sus convicciones personales, sus vivencias, sus creencias religiosas… Sin embargo, a pesar de lo subjetivo de estos temas, los partidos políticos se apoderan de ellas y fácilmente adoptan una postura objetiva y hacen bandera de ella.

El criterio por el que unos partidos se decantan en un sentido u otro en asuntos tan delicados tiene que ver con el grado de progresismo o conservadurismo de los mismos. Todo lo que suene a progreso se lo adueña la izquierda, aunque sus afiliados no tengan ni idea de lo que significa o conlleve el asunto sobre el que aplican su criterio progresista. Y todo lo que suene a conservadurismo se lo queda la derecha, aunque esto sea anacrónico y trasnochado. En verdad creo que este es el único –y endeble- criterio que los partidos aplican en su toma de posiciones, y además piensan que es un criterio suficientemente sólido ya estas posturas las defienden con vehemencia en los mítines y foros públicos.

Y es que en algunos asuntos es difícil que puedan aplicar otros criterios porque algunas de esas materias son muy complejas, cuyo entendimiento está sólo al alcance de especialistas de alto nivel y es difícil tener los conocimientos suficientes para poder posicionarse a uno u otro lado de la cuestión. Tal es el caso de la experimentación con células madre. Me pregunto si alguno de los políticos, la mayor parte de ellos con contrastable formación académica (doctores y licenciados en derecho, economía, ingenierías…) tienen repajolera idea de lo que es una célula madre. Y sin embargo se atreven a abanderar y defender una postura sobre el asunto. No obstante es posible que alguno de nuestros dignos próceres sea consecuente y estudie a fondo el tema, siendo capaz de tener un criterio científico bien fundamentado que le permita comprender las ventajas e inconvenientes de este tipo de experimentación. Estoy seguro de que no arriesgo mucho si afirmo que serán los menos.

Pero si ya es difícil para alguien que no es un científico comprender lo que significa el concepto de célula madre, en el caso del aborto es aun peor. Porque aquí ni siquiera los científicos pueden dar una respuesta exacta. Porque el meollo del asunto del aborto es la imposibilidad de discernir cuándo al abortar estamos matando, o no, a un ser humano. Si no fuera por eso, abortar no sería muy diferente de una operación cualquiera. Sin embargo, parece que en algún partido hay consenso en que a partir de las 14 semanas ya hay vida. Alguna ministra llega incluso a afirmar que un feto de 13 semanas es un ser vivo pero no es humano (¿quizá es un ser animal, o vegetal, puede que un hongo…?) Y es que a la pregunta de en qué momento el feto es humano no tiene respuesta indiscutible, y si alguien afirma lo contrario pecará de prepotente. ¿Por qué 14 semanas para poder abortar sin que la conciencia nos atormente (o la Ley nos ampare)?, ¿por qué no 15 semanas?, ¿por qué no 13? ¿por qué no 8 meses y medio? ¿o por qué no al día siguiente de la fecundación?. Nadie tiene la respuesta a estas cuestiones porque ni siquiera tenemos claro qué es la vida, y mucho menos la vida humana.

¿Cómo nos atrevemos a legislar, a poner normas sobre un asunto que no conocemos y que nunca alcanzaremos a conocer? Ya me parece arriesgado dictar leyes sobre un asunto que ignoramos, no obstante comprendo que hay que poner coto para evitar desmanes. Pero lo que no alcanzo a comprender es cómo un partido político se atreve a anunciar que aplicará la disciplina de voto en la sesión parlamentaria en la que se decidirá la aprobación o no de la futura nueva ley del aborto.

La disciplina de voto, es decir, votar por cojones lo que dice la cúpula del partido, es justamente lo contrario de lo que debería ser la democracia y va doblemente en contra de la propia Constitución, donde el artículo 6 dice sobre los partidos políticos que “su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos”, asimismo, el artículo 67 dice que “los miembros de las Cortes Generales no estarán ligados por mandato imperativo”. Pero lo peor de la disciplina de voto no es ir en contra de la Constitución –que ya es grave- sino pisotear las conciencias, los sentimientos y las creencias de aquellos que tienen que votar. Y todo ello a costa de mantener unos criterios que ni siquiera los propios partidos políticos son capaces de comprender.

Al menos yo no lo comprendo.

12 comentarios en «Legislar lo desconocido y votar por cojones»

  1. Mira tú, que casualidad… si entras aquí, entonces vas a echar chispas:
    http://www.euprofiler.eu/
    (euprofiler.eu)

    De todos modos, no hace falta tener un doctorado en sociología electoral para trazar una ruta entre la moral, lo que se legisla, y los perfiles sociológicos… que nos guste o no, es otra cosa.
    Saludos

  2. ¿Disciplina de partido? Eso me suena a votaciones del Komintern.
    Por otro lado, los votantes necesitan saber qué harán/dirán sus representantes en aspectos importantes de su vida.
    Desde luego, sobre los asuntos «menores» (infeliz término, lo admito), como economía y fiscalidad, tiene algún sentido la disciplina de partido. Pero ¿en los asuntos «mayores»?
    Ya de paso ¿cómo qué es «mayor» y qué no?
    Si tuviera las respuestas, sería rico. Como no las tengo, agradezco poder leer estas líneas.
    Por cierto, una curiosidad cabalística: la prohibición del mandato imperativo ((cahiers de doléances, para presumir de conocimientos consutitucionalistas)en las constituciones españolas e italianas está en el mismo artículo: el 67.

  3. Ya sé que la cosa va sobre la disciplina de voto, pero no puedo evitar dejar mi parecer.
    La moral tradicional en occidente desciende directamente de la herencia cristiana que, hasta hace apenas treinta años, consideraba a la mujer como un ser sin alma y un error de la creación.
    Partiendo de esta base, evidentemente importa más cualquier cosa que la vida y sentimientos de una mujer.
    ¿Por qué importa más la «vida» de un embrión o de un feto que la de la mujer?
    Y a partir de ahí, discutimos sobre disciplina de voto.

    1. Aunque tengo mi opinión acerca del aborto, no he querido manifestarla abiertamente en el post (aunque releyéndolo creo que se me nota hacia qué lado me decanto), porque como bien dices este no es el tema que he querido abrir.

      La disciplina de voto ha sido objeto de discusiones porque, como digo en la entrada, muchos la consideran anticonstitucional. Pero yo quería ir más lejos criticando a los partidos que ejercen dicha displina demostrando cómo les importa más sus objetivos políticos que la conciencia de sus diputados. Aunque para esgrimir este argumento he tenido que recurrir a un asunto tan delicado como es el aborto.

      Saludos.

      1. Pues a mí la disciplina de voto me parece bien, enmarcada como está en el sistema que tenemos ahora mismo. Si cada diputado vota en conciencia, tendríamos que irnos a un sistema de elección de diputados de lista abierta y que la gente vote al individuo y no al partido.
        Yo voto al partido al que voto porque sé que estoy votando una determinada manera de hacer política y de entender la vida. Si no es así, prefiero votar a un individuo concreto.
        Entiendo tu postura, pero con el sistema actual la disciplina de voto es fundamental.
        Saludos.

        1. No estoy en contra de la disciplina de voto en general, sino en aquellas cuestiones que van más allá de los asuntos económicos, fiscales, políticos… es decir, cuando son asuntos en los que la conciencia y los principios personales de cada cual son mas importanes que una doctrina, ya sea progresista o conservadora.
          Saludos.

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