No hay vacas frígidas, sino mamporreros inexpertos

Recientemente he sido seleccionado para recibir un Master en Gestión Pública de TIC que ofrece el INAP a los funcionarios. Es a distancia pero con algunas clases presenciales que me han permitido conocer en persona a los compañeros. Todavía es pronto para opinar sobre la calidad y efectividad de esta formación de posgrado, creo que pronto podré informarles del mismo y espero que sea para bien. Claro que eso de contarles mi opinión sobre el Master por esta vía dependerá de una decisión que tengo que tomar y que más abajo les planteo, y para la cual les pido ayuda a mi legión de seguidores.

Pero vamos al grano, en realidad este post nada tiene que ver con dicho Master. Este texto es para decirles, simplemente, que me han descubierto.

Resulta que cometí el error de utilizar casi literalmente una de mis entradas en este blog como ejercicio práctico de una de las asignaturas del Master. Y un avezado compañero se ha dado cuenta porque, según dice, me lee habitualmente. Instantáneamente mi ego se ha ensanchado hasta un tamaño descomunal.

Este compañero ha sido muy sutil y amable a la hora de ponerme en evidencia, me mandó un mensaje diciéndome que si era yo el autor de la entrada del blog o si alguien me había copiado. Obsérvese que para no molestarme presupuso que el ejercicio del master fue anterior al post, y sólo planteó la posibilidad de que alguien se hubiera copiado de mi ejercicio en lugar de yo haberme copiado del blog. Es un auténtico placer tener compañeros así. Desde aquí le reitero mi agradecimiento por su amabilidad y tacto.

El caso es que me pudo la vanidad, y entonces le confesé que yo soy Louis Crandell, columnista de k-government y que publico mis textos bajo la categoría de “La columna de Crandell”. Además le dije que soy amigo del inefable, polifacético, superconocido y ultrahiperactivo internauta 2.0 Carlos Guadián (a pesar de que nunca nos hemos visto la caras, bueno, yo su cara sí y él mi zarpa también). Pero no sólo me descubrí ante mi compañero por vanidad, sino también porque no quiero que nadie piense que voy por ahí plagiando a los demás, como mucho me plagio a mí mismo.

INCISO: Aquí meto un inciso que no tiene nada que ver con el asunto del que hablo pero sí con el plagio, y es que una vez fui a una copistería del tipo autoservicio llevando un libro para fotocopiar de él algunas páginas, la atenta dependiente me dijo que tenía que sacar las copias en una máquina específica para ello en la que las fotocopias eran notablemente más caras (por aquello de respetar y pagar los derechos de autor), entonces le dije que yo era el autor del libro y me identifiqué para demostrárselo, por lo que entendía que no necesitaba hacer las copias más caras ya que plagiarse a uno mismo es cuanto menos una contradicción por no decir una gilipollez, como lo son la hamburguesa-vegetal o la monarquía-parlamentaria (lo de contradicción, no lo de gilipollez… o mejor aplíquenlo como quieran). Al final tuve que pagarme mis propios derechos de autor haciendo las copias en la máquina más cara, pero yo no he visto ni un céntimo de aquello que pagué de más. FIN DEL INCISO

Pero mi compañero de Master no es el único que ha descubierto quien soy, mi jefe inmediato también ha descubierto que yo, su muy leal y obediente súbdito, soy Crandell, responsable de más de 70 artículos (algunos serios, otros menos serios, pero todos con un punto de acritud) en este blog. Por cierto, mi jefe también se ha apuntado al carro de los blogs de temática administrativa y ha creado el suyo propio, (¿a alguien le suena eso de “¡cómo va lo mío!?).

O sea, que me han descubierto y por dos flancos. Ya son demasiadas las personas que saben quien soy. Y toda la culpa es mía porque no he sabido guardar convenientemente el anonimato. Parece mentira que después de tantos años en la Administración —donde la rumorología se convierte en una ciencia exacta—, yo haya caído en el error de ser descubierto. ¡Qué torpe he sido!, parezco un absoluto inexperto. Yo, y sólo yo, tengo toda la culpa por torpe e inepto. Y es que con tantos años sufriendo la rumorología en mis propias carnes de funcionario curtido no tiene perdón que haya pecado de pardillo, porque como dice el archiconocido refrán (que me acabo de inventar): “no hay vacas frígidas, sino mamporreros inexpertos”.

Desde el principio opté por utilizar un alter ego, ya que quería criticar con tranquilidad a la Administración a la que pertenezco desde dentro, y pensé que el anonimato era lo mejor. Pero no sólo fue este el motivo, otra de las principales razones para no desvelar mi identidad era que no quería que nadie tuviera una idea acertada de mí, ¡bastante mala fama tengo ya siendo como soy!

Y ahora me encuentro en una auténtica disyuntiva, ¿o será más adecuado decir triyuntiva?: (1) seguir escribiendo como si nada hubiera ocurrido, (2) dejar de escribir como el cobarde que soy ó (3) desvelar mi personalidad a todo el mundo y seguir escribiendo como el valiente que en realidad no soy.

Por favor, ayúdenme a decidir.

20 comentarios en «No hay vacas frígidas, sino mamporreros inexpertos»

  1. Como creo que la opción 2 no te la planteas en serio, y ya que llegados a este punto Crandell tiene demasiada vida propia, no sería mala idea una combinación de la 1 y la 3, una dualidad que puede ser divertida y enriquecedora. Conozco por mi mismo esa vida dual, la del que escribe este comentario y la de jefe (utilizo tu acepción), y si consigues no caer en la esquizofrenia (todavía mas), tiene un punto divertido. Además, te permite culpar a tu otro personaje de lo que no querías decir o hacer, y viceversa.

    Entre los cuatro posibles cruces que generen nuestras «dualidades», me quedo con el que resulte mas armónico. Te ruego que continúes con la ópción 1, y te animo a que te plantees la opción 3, ¡¡que ya va siendo hora¡¡

    En cualquier caso, me gusta la tercera opción de entre las que plantea Jordi Perales un poco mas arriba. Seguro que tu jefe se va a poner muy contento 😀

    1. La opción 3 propuesta por Jordi Perales no es una opción porque siempre la he puesto en práctica. Durante todo el tiempo que llevo en la Administración he puesto mis pobres conocimientos y experiencia a disposición de mis jefes (tanto de los jefes amigos como de los menos-amigos, de los jefes buenos y de los menos-buenos… de todos sin excepción). Y lo he hecho porque como empleado público que cobra su sueldo de los impuestos de los ciudadanos, debo dar lo mejor mi en cada momento, por encima de cualquier tipo de rencilla o discrepancia de pareceres.

      Sin embargo mis jefes no siempre han querido oírme, de hecho con frecuencia me menosprecian, o si han decidido llevar a la practica alguna de mis pobres ideas, han encargado su desarrollo a otras personas. Y eso duele.

      Y podría dar desde aquí una lista de esas propuestas que he hecho a la jefatura y que de nada han servido. Pero no creo que merezca la pena hurgar en la herida.

      Respecto a lo de seguir escribiendo, he decidido que lo voy a hacer, pero sin desvelar completamente mi identidad. No es por miedo a que me conzcan, porque poco a poco se va descorriendo el tupido velo, sino porque Louis Crandell tiene mucha más presencia en Internet que José Manuel (¡vaya, por poco meto la pata!)

      1. Bien! Me alegro de tu decisión y estoy seguro que a mucha más gente también. Te pongo a continuación un par de aportaciones que me han hecho llegar a través de Facebook:

        – Guillermo M. Zamora ha escrito a las 15:59 del 26 de junio
        Excelente post… mi humilde consejo es que siga escribiendo como el valiente que en el fondo sabemos procura ser, procurando aparentar la cobardía que más en el fondo sabemos que no tiene, demostrando que nada a pasado, ni debería pasar, salvo el instruirnos.-
        saludos cordiales desde la patagonia Argentina

        – Emilio García García ha escrito a las 18:04 del 26 de junio
        Mi consejo es que siga escribiendo como Louis Crandell. La vida tiene muchas casualidades, y uno siempre puede recurrir a la alineación de los astros que provocan curiosas coincidencias espacio-temporales. Una de esas coincidencias es, por ejemplo, que el azar lleve a dos personas distintas a escribir las mismas palabras en el mismo orden.

        – Carlos Javier Cano Escribano ha escrito a las 14:55 del 26 de junio
        Desde luego que desde la plataforma que sea,con el nombre que quiera y con la tematica que pueda no deje de escribir porque atesora una fina ironia que particularmente a mi me complace mucho. Si las criticas a la administracion que tan bien conoce no pueden ser su fuente de inspiracion, seguro que encontrara algun otro molino al que arremeter. Suerte

        1. ¡Cielos», no me imaginaba yo que me leyeran allá por la Patagonia. Gracias a Guillermo M. Zamora por sus palabras.

          A Emilio garcía, además de agradecimiento, decirle que pensé en explicarle al compañero de Master que me descubrió la «teoría de los infinitos monos» para justificar la coincidencia de los textos, pero luego cambié de opinión porque probablemente no se lo creería
          (La teoría de los infinitos monos dice que un mono, de entre infinitos monos, pulsando al azar sobre un teclado durante un tiempo infinito, podría escribir las obras completas de William Shakespeare).

          Para Carlos javier Escribano también mi agradecimiento porque me hace ver que mi ironía, de la que a veces abuso, es detectada por los lectores.

          Y a ti Carlos Guadián, muchas gracias por tu apoyo.

  2. En mi modesta opinión debe usted seguir actuando como el señor Crandell como si nada hubiera pasado y nadie conociera su «otra» identidad.
    Por que en realidad Crandell es autónomo, tiene vida propia y opiniones que basa en las experiencias físicas, y en casos metafísicas, de su otro yo pero que las metaboliza, las añade su pizca de sal y pimienta, muchas veces limón también, y las regurgita con total libertad cual si de un observador externo y objetivo se tratara.

  3. Crandell, solución a tu dilema no tengo, pero con todos los ratos tan buenos que me has hecho pasar, y la de carcajadas que me has hecho reir, realmente me llevaría un disgusto si dejaras de escribir. Uno debe decidir consigo mismo, pero si la suma de opiniones te ayuda, la mia es que (con pseudónimo o no) ¡no dejes de escribir de ninguna manera!

  4. Hombre, si te han descubierto, entonces te habrán preguntado: ¿Y esto porqué lo haces? ¿Qué beneficio sacas de escribir en un blog si total, no te da punto ni para concursos ni para oposiciones? Y la peor pregunta que van a hacerte … «¿Eso lo escribes durante tus horas de trabajo?» bueno de hecho, van a decirte que efectivamente lo haces en horas de trabajo.

    Yo te doy algunas alternativas más, además de las que tu has propuesto:

    1.- te bajas los pantalones y dejas que corra el tiempo. En la administración sólo es cuestión de tiempo para que alguien llegue y le entren ganas de …
    2.- Abandonas el blog dejando un último mensaje: «Lo siento pero tengo que aprobar unas nuevas oposiciones»
    3.- Te dedicas en cuerpo y alma al blog de tu jefe. Y le traspasas todo tu conocimiento.
    4.- Te vuelves creyente y te pones a rezar.

    Si no te gusta ninguna de esas opciones, siempre puedes mantener tu blog y observar a la gente cuando digan eso de «has visto lo que ha escrito hoy? Como se atreve? Yo no lo haría».

    1. Pues no, todavía no me han preguntado lo de por qué lo hago, y si me lo preguntan, mi respuesta dependerá de si lo hace un amigo o un no-tan-amigo.

      Respecto a lo de si lo hago en horas de trabajo, creo que dejé bien claro en https://www.k-government.com/2009/01/28/la_literatura_funcionarial/ que casi todo lo escribo en mi mesa de trabajo y durante mi jornada laboral.

      Te agradezco tus alternativas, aunque no me convece eso de bajarme los pantalones, ni tampoco me apetece volver a preparar oposiciones, y ami jefe ni agua (¡cielos, que me puede estar leyendno!, pues ya no lo borro). Y lo de rezar pues tampoco, mi agnossticismo ya quedó claro en https://www.k-government.com/2008/11/05/la_iglesia_se_las_salta/
      Segurié pensándomelo durante el fin de semana.

  5. Bienvenido Carlos, lo de los pseudónimos es cosa de la Edad Media, si uno cree realmente en lo que cuenta acepta las consecuencias como parte inherente a sus actos. (joer, mira, me ha salido un pelín profundo, pero espero haberme explicado).

  6. Querido amigo yo desde mi punto de vista y sabiendo que ya te «han descubierto» seguiría escribiendo como lo haces con tu nombre o con el de Louis Crandell, lo que tu prefieras. De la primera manera será más fácil que te identifiquen con tus textos y de la segunda sólo aquellos que han reparado en el «plagio» del ejercicio sabrán quien se esconde tras la garra de acero.

    No dejes de escribir a mi me gusta lo que escribes y como lo escribes. Podré estar de acuerdo o no, pero lo interesante de todo esto es poder confrontar puntos vista. Por eso tienes todo mi apoyo, ya lo tenías, para que sigas con tu actividad «literaria».

    Un abrazo,

    1. Gracias también a ti, Carlos, por tus ánimos.

      Aunque todavía no lo he decidido, si sigo escribiendo lo haré con el pseudónimo de Crandell. No es ya por el anonimato, sino porque tengo mucho cariño a este personaje antiquísimo del comic y porque utilizo este otro yo en otros muchos ámbitos. De heco, si pones en algún buscador mi nombre real apenas si hay algunas decenas de ocurrencias, todo lo contrario que si pones Louis Crandell.

  7. Díficil situación la tuya, sobre todo si quienes te descubren, tras la lectura de tus artículos, aprecian tu brillantez… ¡Entonces sí estarás en un buen lío, porque te lo harán pagar!

    1. Gracias por tus palabras, completamente inmerecidas.

      En realidad no soy un cobarde, y no le tengo miedo a los «líos», de hecho ya estoy pagando las consecuencias de mi forma de pensar y de actuar. Lo del anónimos es sólo porque ya tengo demasiados problemas.

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