La sentencia del Estatut y la indisoluble unidad de España

La sentencia del Estatut y la indisoluble unidad de España

Después de cuatro años por fín tenemos una sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut de Catalunya. Después del recurso del Partido Popular y del Defensor del Pueblo y de nosecuantos intentos de sentencia, ya la tenemos aquí.

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Y a pesar que en Catalunya para unos el Estatut era un gran avance y para otros se quedaba todavía muy por debajo de sus aspiraciones de autogobierno, la sentencia ha provocado reacciones airadas en la mayoría del arco parlamentario catalán, excepto del Partido Popular de Catalunya y de Ciutadans.

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Por que claro, el Estatut iba a romper España. Eso lo ha repetido hasta la saciedad el Partido Popular y aledaños. Un Estatut que después de cuatro años no ha provocado la balcanización que tan agoreramente anunciaron. Pero que con la sentencia que se ha producido seguramente el sentimiento de pertenencia a España se ha reducido y que algunos, y no precisamente los nacionalistas, querrán aprovechar para seguir metiendo el dedo en la llaga.

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Y es que la sentencia, aunque se haya producido dentro de la legalidad pero con una legitimidad dudosa por las características que configuran el actual Tribunal Constitucional, la sensación general que ha producido en Catalunya es de mazazo a la voluntad popular expresada en referéndum para ratificar el texto autonómico.

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La sensación que se nos queda en el cuerpo en Catalunya, al menos a mi, con todo esto es de tomadura de pelo. Pero lo que más «jode» es que determinadas partes de la sentencia parece que son de recochineo. Y me estoy refiriendo al tema de «la indisolubilidad de España» que te traslada inmediatamente al «una, grande y libre». Todavía no se han dado cuenta estos señores que «obligando» a algo se consigue normalmente todo lo contrario?

La Constitución del 78, como cualquier otra cosa en esta vida no es inamovible, igual que España no es indisoluble. Y si la situación lo requiere se tendría que modificar la constitución para adaptarla a la realidad que estamos viviendo. Declarar que algo será así por los siglos de los siglos, perdonarme, pero me suena a coletilla de iglesia y de rezo beato.

Yo no soy independentista, pero como muchos que viven en Catalunya tengo un sentimiento de pertenencia compartido. Y este sentimiento es cada vez más difícil de sobrellevar por que tanto unos como otros te hacen elegir continuamente. Y no estamos en un mundo en el que todo es blanco o negro.

Mi apuesta es por un modelo de estado federalista, en el que por supuesto se vean reflejadas las diferentes nacionalidades que conviven en España

¿Por qué vivimos en una España Plural, no?

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39 comentarios en «La sentencia del Estatut y la indisoluble unidad de España»

  1. No es exactamente eso, lo que me pregunta mi hijo
    La pregunta es exactamente: Tendriamos que volver a votar en referendum si queremos o no el Estatut?
    La decisión debe ser ahora, ya que esto no se parece en nada a lo que me vendieron.
    Puedo reclamar en la oficina del consumidor?
    El Sindic?
    Mejor me mudo de comunidad de vecinos y me compro una unifamiliar, así decido yo solito.
    Por cierto mi hijo no ha entendido las respuestas, eso de que ahora se coma el caramelo de fresa, cuando el compro el de menta no le acaba de encajar en su cabecita.
    Por suerte ya se ha dormido, espero que mañana se haya olvidado de todo y yo no volveré a conectar la tv en mucho tiempo.

    1. @Yo mismo, el Xavi, ya te he dicho que quien tiene que formarse una idea y explicárselo a «tu hijo» eres tú mismo. Lo mismo que si debemos o no votar un nuevo estatut tendrás que responderte tú mismo, aunque creo vislumbrar cual es tu opinión al respecto. Lo mismo que a quién puedes reclamar. Lo único que te puedo decir es que a quien le puedes pedir explicaciones es a quién le otorgaste tu confianza, es lo que debe de ser, no?

      También te vuelvo a decir que comparar lo que ha pasado con el estatut con la compra de un caramelo es banalizar el tema, no tiene demasiado que ver una cosa con la otra.

      Ah! y qué descanse «tu hijo»…

  2. Buenas tardes,
    Mi hijo me ha preguntado una cosa y no he sabido responderle.
    me podriais ayudar?
    Yo vote en el referendum del Estatut, a favor, claro, la esperanza era que sirviera para algo.
    Luego, lo que yo voté ha sido modificado en varias ocasiones, ya sea por mis representantes aqui en Catalunya, luego por mis representantes en España y por último por los señores de un Tribunal.
    Al explicarselo a mi hijo, ha preguntado si ahora, volveré a votar or si quiero o no ese Estatut, por que si no se parece en nada al que yo vote, por que me gustaba mucho, por que me tengo que quedar con él ahora.
    El dice que cuando compra algo por que le gusta y en la caja se lo cambian por otro, no lo acepta, quiere el caramelo que él compró y no el que el vendedor le quiere dar, y tiene razón, verdad.
    No he sabido que responderle, no tengo ni idea

    1. @Yo mismo, el Xavi, me ha gustado tu manera de plantear la pregunta para que la respuesta sea pedagógicamente apta para un niño ^_^

      Mira Xavi en el post he manifestado mi opinión y sobre todo mi manera de sentir ante algo que ha sucedido, por lo que considerarme apto o no para poder explicarte lo que preguntas no se si es lo más correcto.

      Lo que si que te puedo decir que todo lo que ha pasado ha sido el fruto del sistema de representación que tenemos en estos momentos y lo que si que me gustaría que quedara claro es que comparar un estatuto de autonomía a la mera compra de una Wii, por ejemplo, creo que es simplificar bastante el problema y sobre todo banalizarlo. No es lo mismo y por lo tanto no es tan sencillo decir esto no es lo que quería y quiero volver a elegir. Que la lógica de cada uno le grite eso interiormente no quiere decir que sea lo que debe de ser.

      Imagino que habrás leído opiniones sobre el tema ya que abundan por la red. Tanto a favor como en contra. Creo que esas opiniones con la que tú mismo tengas son las que tienen que conformar la respuesta que le puedas dar a «tu hijo».

  3. El Estatut de “Da Vinci”
    Como en el Código da Vinci, entre enigmas y arcanos misterios judiciales y, tras cuatro años de deliberaciones poco luminosas y un tanto espirituales, el Tribunal Constitucional, que es como una fuerza de cualidad divina al modo de la sabiduría, emitió una sentencia de lo más esotérica y tirando a mística, poco práctica y actualizada a los tiempos. Y como queriendo sacarse la cosa de encima, pues parecía que le pesaba como una losa. Dejando en su deliberación y razonamiento sumarial del Estatut, catorce artículos mutilados y tullidos.
    El TC, actuando como el Espíritu Santo con su sentencia, describe una «realidad espiritual1 suprema y de definición única, sin llegar a convencer al más apostólico de los progresistas. Quedando la cosa como agua estancada en la charca de la verdad desnuda.
    El Partido Popular, actuando como el “Priorato de Sión” con sus ideas cerradas como cerrojos sellados en plomo, cítricos y ácidos como un limón, se jactan en un auge de conspiración y sectarismo. Viendo al Estatut como el Santo Grial y teniendo miedo a descubrir, probablemente, toda la verdad, inventando teorías de complots y confabulaciones pensando que pueden intervenir los poderes ocultos.
    Las teorías de Brown no son nada, comparadas con las de la señora Cospedal y el gran“Maestre” Rajoy que, cuando hablan de Catalunya, suelen hacerlo realizando afirmaciones donde sólo ven lo oculto y oscuro, sin aportar pruebas muy convincentes cuando se trata del Estatut, que es como un enigma sagrado para la derecha española. Actuando un poco como el Opus Dei de la novela de Brown. El Partido Popular aquí también estaría presuntamente involucrado en una conspiración para encubrir la verdadera historia del Estatut, que habría vivido dentro de una gran mentira fraguada por la derecha española, más arcaica desde los tiempos de la transición. Debe de ser terrible vivir con miedos paranoicos.
    Igual los del Partido Popular se imaginan que en el museo del Louvre de París, o igual en un despacho oculto en las salas ovales de la Generalitat de Catalunya, está dibujada la postura del Hombre Virtuvio (dibujo realizado por Leonardo Da Vinci) con un mensaje críptico escrito en su costado y dentro de un pentáculo, y los artículos del Estatut dibujados en el pecho con su propia sangre. Puestos a exagerar, hagámoslo todos.
    Como en la novela, aquí también se proponen dos misterios: ¿qué secreto intentan proteger los catalanes? ¿Quién planteo el asesinato? ¡Por Dios!, de momento aquí no ha muerto nadie físicamente, ¡Dios nos libre! Aunque, probablemente, algunos los paguen con su “muerte política” en las próximas elecciones. Porque tanta “confianza” mal medida les puede llevar al derrotero. Cayendo por afilados riscos para estrellarse en el malecón que domina el paisaje del pueblo soberano.
    Se ve que el desarrollo de la historia de un pueblo requiere la solución de varios acertijos y anagramas, como los artículos del Estatut, que parecen para algunos más arcanos que pragmáticos, ignorando que emanan de la voz del pueblo catalán, que en lícito referéndum votó, en su día, decidiendo por la vía del sufragio, que suele ser camino permitido para expresar nuestra voluntad, dicen que de gran belleza y punto de encuentro de la libertad. Pero los del PP actuaron como los “Iluminati”, presentando recurso delante del TC y creyéndose como los “pura sangre” españoles, que no se detuvieron hasta que el macizo se ha desplomado ente acantilados hasta anular el resonar de los ecos.
    Quizás la verdad del Estatut estremecería los cimientos de la Democracia española. Al final del libro del Código del Da Vinci, los personajes se enamoran. De momento, aquí con el Estatut, tal sentimiento no se ha manifestado, ni tampoco parece que tenga intención de que se produzca tal ansia de un amor tan complejo e imposible de reciprocidad y de llama pura.
    Los grandes “Maestres” del Partido Popular puede que conozcan la ubicación de la “Clave”, la cual pueda llevar a la verdad del “Santo Estatut”, más de anagramas y de logotipos irracionales enquistados, que de borrador y artículos que respalden una identidad y filiación del pueblo de Catalunya. Aquí podríamos sustituir la Figura de Leonardo Da Vinci por la de “Sant Jordi”, que fue caballero catalán y que nos pilla más a mano.
    Se desconoce si los del TC pasaron por alto que algunos artículos están igual escritos con tinta invisible, esa que sólo se ve con luz ultravioleta. Y claro, las incógnitas es lo que tienen, que en su dificultad está su gracia. Pues no sea que lo que de verdad asusta es la evidencia. Y, como en el libro, esta sentencia sea en realidad una gran mentira bien ensayada por las entusiasmadas criaturas de la derecha más conservadora, que visten de pureza y cincel perfilado sus mantos, diciendo que la clave está escondida detrás de un misterioso cuadro o sepultada debajo de cualquier Iglesia gótica. O en un dispositivo cilíndrico que no saben abrir. Los dispositivos que esconden mensajes secretos de este calibre no suelen llevar instrucciones, sería absurdo. Es igual, en sus creencias enajenadas, maquinan confabulaciones inimaginables, haciendo tiempo para esperar revelar al mundo la verdad acerca del “Santo Estatut” en el momento acordado. O tienen un plan de contingencia nunca revelado, que mantiene a la “organización” y su secreto a buen recaudo. Pero confundidos por su condición de criaturas, que les limita chocando contra las paredes del cielo.
    “Custodios y guardianes de sus puertas serán para siempre el cáliz y la espada”. O sea, el Estatut y la justicia.
    Al final del libro, Langdon, reflexiona sobre el acertijo y, de repente, recuerda los marcadores dorados en las calles de París que marcan el antiguo meridiano. Aquí, los marcadores y señales que muestren el camino pueden estar en una calle oscura de Madrid. Igual por la calle Génova, en una catacumba en los mismos sótanos del edificio. A saber.
    “El manto que la cubre en su descanso no es otro que la bóveda estrellada”. Igual, algún día, se descubran los restos del verdadero Estatut, la encarnación de la “Divinidad Catalana”, excluida por la derecha española más agria y atrapada en el tiempo.
    El misterio que ha acompañado estos cuatro años a la deliberación y resolución de la sentencia del Estatut demuestra el poder y la fuerza activa de jueces, que han ido puliendo el texto con sílex, que es piedra primitiva pero de puntas cortantes. En cualquier caso, el TC, en su misterio y desconcierto, interviene como el Espíritu Santo que, en principio, es una entidad espiritual de carácter excelso, muy cercana a la divinidad pero en cuestión de soluciones terrenales poco práctica y de desuso próspero, limitado y diferente a los misterios ocultos por su condición de servidores y ejecutores de la ley que está escrita.
    La cuestión es si queremos creer en el pasado más enquistado, o bien evolucionar como pueblo mudable y no como nómadas de umbrías sombras profundas que siempre van buscando el camino torrente arriba torrente abajo. Desaprovechando y, a veces, ignorando el rumbo de la brújula que nos guía por la libertad y privilegio de decidir del pueblo llano. Alguien dijo una vez; que la democracia es un sistema de desconfianzas. Porque el Estatut no es una cuestión de fe, sino una parte de la “evolución” política y cultural, de una sociedad moderna dentro de una Europa confundida y con problemas de dineros. Pero eso ya es otra novela.
    Sergio Farras, escritor tremendista.

  4. Las sentencias, amigo Carlos, deben basarse en leyes. La «sentencia» del Tribunal Constitucional no basa en leyes la diferencia entre estado y nación, sino en las opiniones de sus miembros (que podrían haber dedicado algún tiempo a leer la definición que de estos dos conceptos hace la Real Academia Española, nada sospechosa de ser independentista). No obstante eso no lo veo tan importante como el hecho de que aquellos como yo, que se sentían representados por esta constitución y sabemos que Catalunya es una Nación parece que ahora debemos escoger. El Tribunal Constitucional acaba de generarme un problema a mi y seguramente a muchos catalanes que no existía. Me han «expulsado» de la Constitución. Estos Consitucionalistas a los que se les moja la boca cada vez que hablan de la «indisolubilidad» de España (como si del colacao se tratara y aunque no se discutía de eso pero eso es lo que hay en el fondo de sus decisiones) están siendo los máximos propagandistas y difusores de las futuras tempestades que levantarán estos vientos, a saber el aumento del independentismo y la voluntad de secesión (¿soy constitucionalista o Catalunya es una nación?: pues tendré que empezar a pensármelo).

  5. Crandell, ¿te sientes tan catalán como francés? ¿Más gallego que portugués? ¿Casi menos vasco que italiano?… ¿Seguro que tiene sentido que te pongas a evaluar los nacionalistas desde la barrera? ¿Es más nacionalista un federalista que un unionista? ¿Soy más nacionalista yo que tú? ¿Doy más miedo yo que tú?…

    1. @Per[la|pau]*,
      Me siento ciudadano del mundo, y como tal quiero participar u que se me tenga en cuenta en todo lo que al mundo le afecta. Precisamente porque no deseo evaluar a los nacionalistas desde la barrera es por lo que quiero implicarme.
      No sé si tú eres más nacionalista que yo, probablemente sí porque a mí no me gustan los nacionalismos.
      Los nacionalismos me dan miedo porque con mucha frecuencia han sido el centro de conflictos y porque el nacionalismo también puede generar fundamentalismo.

      1. @Crandell,
        Como no me contestas, no puedo estar seguro, pero diría que eres el típico individuo que se declara no nacionalista mientras el ámbito de discusión se centre en su nación. Un cosmopolita de verdad es otra cosa, hombre.

        1. @Per[la|pau]*,
          Me prejuzgas y no sabes nada de mí.
          Creo que en mi comentario respondo a casi todas tus preguntas, pero para que quede más claro lo haré una a una:
          ¿te sientes tan catalán como francés?: Sí
          ¿Más gallego que portugués?: No
          ¿Casi menos vasco que italiano?: No
          ¿Seguro que tiene sentido que te pongas a evaluar los nacionalistas desde la barrera?: No lo hago dede la barrera, de hecho me estoy mojando al responderte
          ¿Es más nacionalista un federalista que un unionista?: Pueden ser igual de nacionalistas.
          ¿Soy más nacionalista yo que tú?: No lo sé porque no te conozco, pero seguramente sí porque yo no soy nacionalista (ni unionista ni federalista)
          ¿Doy más miedo yo que tú?: A mí no, porque si bien me dan miedo los nacionalismos en general, las personas no suelen darme miedo.

          Y ahpra respondeme tú, ¿qué entiendes por cosmopolita de verdad?

          1. @Crandell,
            Quien se siente realmente ciudadano del mundo (cosmopolita, que se siente conciudadano del resto de humanos del planeta)jamás haría un discurso tal como:»soy andaluz y me siento andaluz. Pero también me siento catalán, y gallego, y vasco, y madrileño». Lo siento pero se trata de una contradicción que no tengo ningún interés en discutir ahora.

          2. @Crandell,
            disculpa, quizá tengas razón, pero se trata de que aún sin conocerte estoy seguro que jamás dirías honestamente algo así como «me siento liberiano», como sí has afirmado sentirte andaluz.

          3. @Per[la|pau]*, No tienes que disculparte porque en ningún momento he creido que quisieras ofenderme.
            Quizá debería disculparme yo por no saber expresar lo que siento.
            Soy Andaluz y tengo un gran cariño a esta tierra, pero quiero poder ir a cualquier parte del mundo y sentirme como si estuviera en mi propia casa, aunque comprendo que es imposible conseguirlo en este planeta.

  6. Sucede que soy español, de Andalucía, una autonomía con una más que evidente idiosincrasia pero sin afanes federalistas y mucho menos independentistas, es más, creo que ni siquiera tenemos exaltados en este sentido.
    Así que soy andaluz y me siento andaluz. Pero también me siento catalán, y gallego, y vasco, y madrileño… Por eso me molesta que en estos asuntos tan «nacionalistas» el resto de los españoles, los de otras Autonomías, no podamos participar.
    Comprendo los nacionalismos, pero también me dan miedo.

    1. @Crandell, te entiendo y te comprendo. Ahora bien estos temas son más de sentimiento que otra cosa. Es lo mismo que querer o no a tu pareja ¿Tiene sentido seguir atado a ella si tú no quieres? Puede que de manera colectiva no se pueda hacer paralelismos, pero si de manera individual y lo que sienten muchos nacionalistas es lo que sienten. Tal y como ya he dicho yo tengo ese sentimiento de pertenencia compartido. Y para muchos entraré en la categoría de «independentista» y para los otros de «españolista». Pero que le vamos a hacer. Aunque dejando todo esto de lado, nada impide que nos vayamos a tomar unas cañas, no?

    2. @Crandell, Amigo Crandell: creo que quizá sin proponértelo has puesto el dedo en la llaga al hablar de «miedo». He ahí la raíz del problema el miedo al «otro», a la «diferencia». Si a ello le sumamos la resistencia al cambio y el desconocimiento mutuo ya tenemos la raíz del problema (y no lo digo por ti). En psicología se produce un fenómeno bien estudiado que se llama «ansiedad anticipadora» y tu te preguntarás, ¿que tendrá que ver esto aquí?. Pues es fundamental. El Tribunal Constitucional no ha legislado realmente pensando en el aquí y ahora, sino en el aquí futuro. Para evitar futuras tendencias independentistas, coarta legítimas y votadas tendencias de autogobierno. Es decir reacciona con ansiedad anticipatoria a las posibles consecuencias futuras de lo que haga. Los efectos en los pacientes de la ansiedad anticipatoria son que es ella misma que desencadena las crisis de ansiedad, los problemas psicológicos y las angustias, es decir es la responsable de desencadenar los efectos perniciosos que quizá nunca se hubieran producido de no haberse activado. Eso ha hecho el Tribunal Constitucional ha actuado por ansiedad anticipatoria y ahora habrá que ver que síndrome desencadena (pero el aumento del sentimiento de agravio y la pulsión nacionalista e independentista es seguro). Si hubiera actuado sin miedo hacia lo que podían hacer los catalanes con su flamante nuevo estatuto completo, el Tribunal Constitucional seguro podría dormir más tranquilo por el sostenimiento de la «indisolubilidad (a mi me sigue recordando al colacao) de España.

  7. Carlos y Pau, estoy de acuerdo con vosotros en muchas cosas. Me gustaría ver avanzar España a un estado federal, la constitución no es es el santo grial ni algo mítico que no se pueda reformar ni enmendar. Pero no puedo estar de acuerdo en la interpretabilidad de la carta magna, ni en que sea restrictiva.
    Por favor, releed el título preliminar (http://noticias.juridicas.com/base_datos/Admin/constitucion.tp.html) y decidme qué parte, como dice Per, era «una trampa en la que caimos». Pero si es tremendamente explícita!! Después de leer el artículo 2 no me caben interpretaciones posibles en cuestión de soberanía.
    Los legisladores hicieron una constitución tremendamente avanzada para su época, dejando en manos de un futuro estádo autonómico que no se sabía como iba a acabar cosas que daban vértigo en el 78 como obras públicas, ferrocarriles o seguridad (articulo 148). La salvaguarda que introdujeron fue que la propia carta fuera muy difícilmente modificable y que garantizara la unidad de España dentro de un proceso que no se sabía como iba a acabar.
    Para mi, fue un acto de tremenda valentía política y trabajo ejemplar de muchos, incluidas las fuerzas catalanistas que demostraron una gran responsabilidad política. La constitución es un activo que para nada está amortizado! Es un equilibrio de intereses pactado entre nuestros padres que nuestra generación no ha sido capaz de reeditar. Por el camino del Tinell hemos perdido el sentido práctico para hacer convivir a todas las españas, que son muchas, e insisto: la única manera de reformar la estructura constitucional es pactar con el pp.
    Me resulta gracioso oir a los políticos decir «en las actuales circunstancias es imposible pactar con estos, o con aquellos». ¿fue más sencillo que el primer discurso en catalán que dió el rey en el 76? ¿es más difícil que legalizar el partido comunista? ¿ es mas difícil que en el 77 sentar en una mesa a Miquel Roca y Manuel Fraga y que pacten sobre los símbolos de las futuras comunidades autónomas? Pongámonos en la piel del momento y pensemos como hemos podido fracasar tanto en nuestro dialogo!

    1. @Antonio,
      1.- Si, con ruidos de sables es más fàcil imponer y aceptar chantajes. Ahora que no hay esta amenaza, es más difícil las trágalas con los intransigentes.
      2.- Dime qué apartado del título preliminar no permite una lectura federalista, por favor.
      3.- No te sirve suficientemente el tan manido asunto de las «nacionalidades». Los que no podían aceptar que hubieran más de una nación, aceptaron el término de nacionalidades, y los que no podian aceptar que no se reconociesen sus cualidad de nación, hubieron de aceptar el término de nacionalidades, que vendría a ser un equivalente en todo el mundo, menos en España. Hubieron difenrentes lecturas desde el orígen, como, por otra parte, no podria ser de otra manera sin que hubieran vencedores ni vencidos en el proceso. Negar esta evidencia es absurdo.

  8. De todo esto se saca una lección que en España sólo tiene clara gente como Vergara (fantástica viñeta en Público 30.06.10 página 3 publicada en este post) el problema no está en los separatistas (que lo estará) sinó en los separadores.

  9. Carlos, me encanta leerte «La Constitución del 78, como cualquier otra cosa en esta vida no es inamovible, igual que España no es indisoluble. Y si la situación lo requiere se tendría que modificar la constitución para adaptarla a la realidad que estamos viviendo». Ese es el camino correcto y hasta ahí estamos de acuerdo, y muchos querríamos ver eso, no sólo en Cataluña.

    Ahora la parte de mi opinión que creo que no te va a gustar: Cualquier reordenamiento constitucional debe de hacerse a través de la carta magna con el consenso de la mayoría de los españoles que a día de hoy son los soberanos (articulo 1.2) de la indisolube nación española (articulo 2), y esto implica por fuerza pactar con el pp. Sin pacto con el pp no se puede cambiar la carta magna, así que si Cataluña quiere ganar con el cambio, tendrá que encontrar el camino para que España y cada uno de sus pueblos también ganen.

    Una cosa es estar íncómodos, a disgusto o manifiéstamente en contra con una situación que luchas por cambiar, y otra caerse de un guindo con una ley que lleva vigente 30 años. ¿o es que no estamos de acuerdo en cumplir la ley?

    1. @Antonio,
      y así caímos en la trampa. No, la Constitución del 78 fue un texto que permetía múltiples lecturas, por eso obtuvo un consenso tan amplio. Desde Catalunya se aprobó en 2005 un Estatut en base a una lectura Federalista de la Carta Magna, pero desde un primer momento y ahora se ha confirmado que la visión que ahora vale es la de aquéllos que en su momento no apoyaron el texto cosntitucional. Así que los anticonstitucionalista se han apropiado de la constitución y nos recuerdan que si queremos cambiarla deberemos pactarlo con ellos. ¡Qué listos que son ellos y qué tontos nosotros!

    2. @Antonio, precisamente la interpretabilidad de una ley como la Constitución depende y mucho de quien la haga. Por que para elaborar el estatut se consultó sobre su constitucionalidad. Y mira tu por dónde un jurista de renombre, que emitió un informe favorable en su momento y que después llegó al TC fue recusado por ello.

      Estoy de acuerdo con que las cosas hay que hacerlas dentro de la legalidad por qué sin ello no llegaríamos a ningún sitio. Es evidente que si no se está de acuerdo con una situación hay que trabajar para poder cambiarla. Pero la puntilla de la indisolubilidad de España repetida hasta la saciedad (8 veces sale en la sentencia?) lo único que está provocando es rechazo. Ten en cuenta que con ese «estribillo» en lo que están incidiendo es en la inamovilidad de la Constitución. Y ante esa actitud (y esto lo hemos hablado más de una vez) la sensación que se genera es totalmente la contraria.

      Espero y deseo que ese pacto de «todos los españoles» se pueda producir algún día, por que sería como obligar a un matrimonio mal avenido a convivir sine die.

      Tal como dice Nacho Escolar (http://www.escolar.net/MT/archives/2010/06/lo-que-rompe-espana.html):
      Los que temían que el Estatut pusiese en peligro la indisoluble unidad de la patria tenían razón. Hoy España se rompe un poquito más que ayer, pero no porque el 95% del texto haya sido aprobado, sino por ese 5% de merma.

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