La lógica del funcionario

Esta época del año es la que más me gusta. Por fin se van las insoportables temperaturas del verano y entramos en la época de las matrículas universitarias, trámite administrativo que siempre ha gozado de mi predilección porque el inicio del curso y el enfrentarme a nuevas asignaturas es todo un reto que me gusta abordar.

Porque a mis años (mañana viernes cumplo 49), la mayor parte de mi vida he estado estudiando además de trabajar.

Esta época y estos recuerdos me han traído a la mente una situación que me ocurrió con la Administración Universitaria durante la realización de mi matrícula.

La breve historia que voy a contar ocurrió no hace demasiados años, pero sí los suficientes como para que las matrículas no se hicieran por Internet.

Yo conocía el horario de la Secretaría de mi facultad, que era de lunes a jueves por la mañana y por la tarde, pero el viernes tenían tan sólo horario de mañana. Supongo que estas condiciones laborales las tendrían recogidas en su Acuerdo Marco o en el Convenio Colectivo.

Como estaba trabajando, yo solía hacer estas gestiones universitarias de lunas a jueves por la tarde.

En una ocasión fui a la Secretaría de la Facultad para hacer la matrícula, era jueves por la tarde. Me dirigí presuroso a las oficinas pero me encontré la puerta cerrada a pesar de que era hora de atención al público. Esperé unos minutos por si habían salido a tomar café, pero como no llegaba naddie pegué en la puerta con los nudillos varias veces, pero nadie contestaba.

A mi espalda había una ventana de esos pequeños cuartos que cobijan a los bedeles (como soy un romántico prefiero este nombre más que el de ordenanza, conserje u oficial de servicios internos). Durante todo el tiempo una empleada estuvo con la mitad de su orondo cuerpo asomado por la ventana, mirándome sin inmutarse.

Entonces me dirigí a ella.

-Disculpe, ¿sabe usted por qué no hay nadie en la Secretaría? -le pregunté.

Si señor -me dijo sin inmutar su hierático rostro -, hoy no trabajan porque mañana viernes es fiesta -.

-¿Y qué tiene que ver que mañana sea fiesta para que hoy no atiendan al público? – inquirí.

-Pues que como mañana no pueden no-venir, entonces no vienen hoy -, respondió con naturalidad.

La respuesta me desconcertó, no acababa de comprender lo que me había dicho. Pero como en aquellas fechas yo ya trabajaba en la Administración lo que hice fue aplicar la lógica del funcionario, y entonces todo empezó a tener sentido.

Me pregunto si en el Convenio o en el Acuerdo Marco de esos “trabajadores” está escrito eso de que si un día un empleado no puede no-venir, entonces no vendrá el día antes.

6 comentarios en «La lógica del funcionario»

  1. Jo… pues yo que le veo su lógica y todo : En la Administración no se pacta calendario laboral, es decir cada año trabajas un número diferente de días según como caigan las fiestas. Y como te caigan muchas fiestas en sábado, pues mal asunto. Y sin te caen en vierns, pues también (en el caso de que tengas jornada partida, ya que los viernes no se trabaja, con lo cual n viernes festivo es media fiesta).

    Es que llevo mal lo de este año, que no ha habido ni pilar, ni va a haber todos los santos……. 🙂

    1. @Morgana,

      Mi Administración ha resuelto el tema de no perder ningún día con gran habilidad.

      Nuestro Acuerdo marco dice que cada año disponemos de 6 días de asuntos propios, y que por cada día festivo que caiga en sábado se añade un día más a los de asuntos propios.

      Por eso este año gozo de 8 días extras para tocarme los cojones (disculpa la grosería, sólo pretendo referenciar otro de mis textos)

      Las fiestas que caen en domingo no cuentan porque como norma general pasan al lunes.

      ¡Genial por los sindicatos!, ¿verdad?

  2. Ja, ja! Muy bueno. Me imagino que no, que el Convenio no lo especifica hasta ese detalle. ¡Craso error! Hay que dejarlo todo escrito y bien clarito, que dejar margen a la interpretación es muy peligroso.

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