Los funcionarios y la gripe porcina

En las primeras noticias acerca de la pandemia de gripe que actualmente azota el mundo, se mencionaba la “gripe porcina” como la enfermedad causante. Mas tarde el virus comenzó a mutar para convertirse en humano y entonces los ganaderos de la industria del cerdo pusieron el grito en el cielo y la OMS decidió cambiar el nombre a “AH1N1” en defensa de los cerdos.

Pero dejémonos de digresiones y, como dijo el dermatólogo, vamos al grano.

Sucede que, con objeto de minimizar el impacto de un posible mayor nivel de contagio de la gripe AH1N1, el Gobierno va a poner en marcha una serie de medidas para las empresas, y dice la ministra que serán medidas concretas.

Aun no se han hecho públicas las medidas que se van a tomar, pero podemos imaginar que se promoverán campañas de vacunación en las empresas, se evitarán viajes no-esenciales a lugares con casos de la enfermedad o puestas en cuarentena tras el retorno si el viaje es imprescindible, se suspenderán actos masivos del personal, se reducirán a lo estrictamente necesario las visitas externas, se limitará el uso del aire acondicionado al ser un elemento dispersor de los virus, se evitarán las reuniones de trabajo no indispensables, se cancelarán los cursos presenciales…

Teniendo en cuenta que la forma de contagio de la enfermedad es esencialmente por el aire a través de las vías respiratorias y por contacto directo con los infectados, los edificios de la Administración y de los Servicios de Atención al ciudadano —y especialmente los de la Administración local por ser los más cercanos a la ciudadanía—, se convertirán en caldo de cultivo para este mal. Y por ende los funcionarios nos convertiremos en un importante grupo de riesgo de la enfermedad.

Es obligación, por tanto, de los empleados públicos poner todos los medios para que la gripe porcina no degenere en gripe del funcionario y el virus se cebe con el delicado organismo del personal de la Administración. Así que al menor síntoma de fiebre, dolor de cabeza,fatiga, pérdida de apetito, secreción nasal, vómitos, debilidad muscular, ardor en la garganta… lo más acertado es no ir a trabajar.

Por eso, y considerando que el aislamiento y la higiene son las mejores formas de prevención, hoy mismo voy a comprarme una mascarilla con la que a partir del lunes asistiré a mi puesto de trabajo y participaré en las reuniones que no consiga evitar.

Y es que la salud es lo primero.

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