El impuesto sobre los tontos

Decía Oscar Wilde que la casualidad es la ley de los tontos, también dijo (supongo que como corolario a tan acertada aseveración) que la lotería es el impuesto sobre los tontos. Pareciera que tan ilustre literato la tuviera tomada con los tontos, quizá porque consideraba que los más tontos eran quienes en aquellos últimos años de la época victoriana con su mentalidad retrógrada la tenían tomada con los homosexuales, entre los que él se encontraba, y que eran tratados como apestados en una sociedad en la que se podía denunciar la sodomía (acusación de la que tuvo que defenderse y perdió, siendo condenado a trabajos forzados). Como siempre, me desvío del objeto del post. Retomemos el asunto.

Yo estoy de acuerdo con ambas aseveraciones (con las que dijo Wilde, no con la denuncia por sodomía), y eso a pesar de que a mi padre le encantan las quinielas y la lotería, y de que yo mismo pertenezco -casi a la fuerza- a la peña quinielística-familiar que él ha creado (por cierto que le debo ya varias semanas de la cuota).

Con la que no estoy de acuerdo es con esa anacrónica frase que afirma que la mejor lotería es el ahorro y la economía, sin embargo reconozco que las pasadas navidades ahorré un buen pico al no adquirir lotería y negándome a comprar participaciones de los familiares y amigos. De hecho, a mi hija pequeña, la AMPA de su colegio le metió en la mochila varias participaciones de lotería, las cuales devolví íntegramente, lo cual me costó una discusión con mi mujer porque decía que íbamos a dar la imagen de tacaños. Ha sido la primera navidad de mi vida que he conseguido superar sin gastar ni un céntimo en sorteos.

Mi mujer no suele gastar dinero en juegos de azar, aunque incongruentemente sueña con que un día le toque un buen pellizco que le permita hacer realidad sus anhelos. Pero lo de ella es simplemente un deseo, porque para muchos españoles el que la suerte les acompañe en algún momento de sus vidas es una auténtica necesidad.

La crisis ha hecho mella en la sociedad, prácticamente todos los sectores económicos y productivos están «tocados», pero es curioso que uno de los menos afectados sea el de los juegos de azar, incluso en algunas de sus manifestaciones ha experimentado incrementos, como ha sido la lotería de Navidad de este año que a pesar de no contar con mi aportación se recuperó con respecto al año anterior. Y esto tiene una explicación. Una muy triste explicación.

Es realmente penoso que muchas personas crean que un golpe de suerte sea la única posibilidad de resolver sus graves problemas económicos. Es funesto y deplorable que la formación, la experiencia, el esfuerzo y otros valores y aptitudes de las personas apenas sirvan para progresar y encontrar un hueco en el mercado laboral, y así las loterías y apuestas se conviertan en la esperanza de tantos desesperados.

El gobierno no es ajeno a esta circunstancia, de hecho en crisis anteriores menos profundas que esta ha utilizado los juegos de azar como forma de recaudar más.

Como siempre hago, suelo escribir de memoria, y no es mucha la que tengo, por lo que ruego que si me equivoco me corrijáis (soy un vago redomado y me cuesta mucho investigar lo que digo, y eso de ir a la wikipedia me va pareciendo cada día más vulgar). Pero recuerdo que fue en una de esas crisis que van y vienen  cíclicamente, y en una época en la que ya existían la quiniela futbolística y la lotería nacional, cuando se creo la quiniela hípica y también la lotería primitiva. También fue por aquel entonces cuando la ONCE potenció su juego de azar pasando del sorteo provincial con cupón de 3 cifras al sorteo nacional con 4 cifras, y la participación se disparó. También coincidió con la legalización de los bingos y de los casinos.

Huelga decir que tanta proliferación de los juegos de azar auspiciado por el Estado le reporta a las arcas estatales grandes recursos económicos. No es casualidad que el Organismo Nacional de Loterías y Apuestas del Estado pertenezca al Ministerio de Economía y Hacienda, aunque mejor que sea así en lugar de pertenecer al Ministerio de Defensa, al de Cultura o al de Ciencia e Innovación. Se me ocurre que dado el fracaso escolar en España, un Ministerio en el que podría encajar dicho Organismo podría ser el de Educación, con ventajas para los estudiantes ya que si los jóvenes no salen lo bastante bien preparados al menos tengan la esperanza de que les toque algo.

Y todo este rollo, al igual que los diez mandamientos, se encierran en dos: los juegos de azar siempre son un síntoma de crisis, primero porque los ciudadanos lo ven como única salida a su penosa situación, y segundo porque es una forma de que el Estado recaude más.

Desde aquí hago una llamada a todos los que gastan su dinero en los juegos de azar: queridos contribuyentes, no contribuyáis más de lo necesario, no gastéis en loterías, quinielas ni en otros juegos de apuestas. Cruzo los dedos por ello, porque los juegos de azar traen mala suerte.

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