El apagón en política

El apagón en política

Entrada publicada originalmente en Sesión de Control.

Todos los escenarios de futuros apocalípticos relacionados con la tecnología tienen un componente común. Al menos lo tenían hasta no hace demasiado. Las máquinas toman el control y se establece una encarnizada lucha con la humanidad por el control de la Tierra.

Matrix describió un futuro en el que los humanos tenían como misión ser meras fuentes de energía. Mientras «la realidad» era una, ellos vivían «su realidad» normal. Un futuro generado por un miedo a que la inteligencia artificial tomara el control y dejara de servir a hombres y mujeres. Pero hay otro futuro que quizá sea aún más terrible. Y es que las máquinas, y más concretamente Internet, dejen de funcionar.

Imagino que os habréis percatado de qué pasa en una oficina cuando internet deja de funcionar. Se deja de trabajar. De repente, vuelve el sonido a la oficina. El efecto paralizante que tendría un apagón generalizado sembraría el caos. Pero imaginemos que no llega tan lejos. Imaginemos que sólo son los políticos los que por una extraña razón dejaran de tener acceso a Internet. Se acabaron las cuentas de Twitter, las páginas de Facebook y los blogs. Ya no más check-ins en Foursquare o fotos en Instagram. El email se convierte en algo inaccesible. Y cómo único medio de comunicación cuentan de nuevo con el teléfono, sin Whatsapp, evidentemente; y las misivas escritas.

Mientras tanto, los ciudadanos siguen teniendo a su alcance Internet y todo lo que significa. Hablan, discuten, se comunican. Twittean sus opiniones. Fiscalizan y cuelgan los datos de lo que hacen los políticos para que todo el mundo sepa cuál es el trabajo que están haciendo. Escriben sobre política y los políticos. Proponen nuevas maneras de hacer políticas sociales. Denuncian injusticias. Y los políticos, sin poder responder, ni poder reaccionar con agilidad. Se han convertido en algo aislado, pero por una sencilla razón: la comunicación tradicional, que es la única a la que tienen acceso, no es capaz de gestionar un mundo de información generado por Internet.

Los políticos son los guardianes de las reglas del juego. Ellos son los únicos que pueden, legítimamente, hacer funcionar la máquina de la administración. Ellos son los que ostentan la representación, aunque sean incapaces de comunicarse con la ciudadanía. Pero tarde o temprano esos ciudadanos conectados decidirán que las reglas deben cambiar. Y definirán unas nuevas. Puede que escojan un nuevo sistema de representación en el que sus miembros sí tengan acceso a Internet. Unos nuevos representantes que sí que escuchen y con los que se pueda comunicar.

El apagón no es algo que puede suceder. Porque el apagón en política es algo que para muchos es «su realidad» habitual.

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