Demagogia

Que la ignorante y chabacana exnovia de un popular torero que, por puro despecho, se dedique a lanzar exabruptos contra la familia de su hija bastarda se califique de demagogia es un error, por más que con sus groserías consiga el aplauso del público ávido de carnaza.

La palabra demagogia está de moda. He notado un especial incremento de su uso en la televisión en general y en particular en los programas que se nutren del cotilleo obsceno y de las noticias insustanciales.

Se trata de un uso inadecuado porque en las dos acepciones que el término tiene, su uso está restringido exclusivamente al ámbito de la política. Si el discurso populista y oportunista no lo hace un político, entonces deja de ser demagogia y se convierte quizá en proselitismo.

Demagogia es lo que hace la clase política cuando en campaña electoral prometen cosas que saben que luego no van a cumplir, pero que a pesar de ello se empeñan en garantizar (¿les suena esto de algo?).

El ejemplo más claro de demagogia es quizá la que ejerce el presidente venezolano con sus constantes apariciones en los medios de comunicación, con su oratoria burda y soez, con su uso de la retórica grosera y su propaganda proselitista, con sus discursos en los que utilizando argumentos falaces su principal objetivo es halagar y complacer con palabrería al pueblo para obtener sus favores, con su incesante palabrería vacía de contenido pero que impide a los demás expresarse por más que se le pida que se calle. Populismo en estado puro.

Pero no necesitamos salir de nuestro país para encontrar claros ejemplos de tan desafortunado ejercicio de la política.

Demagogia es, por ejemplo, que el presidente del gobierno diga que «aunque la crisis es fuerte y aún nos quedan momentos duros en los próximos tres o cuatro meses, España saldrá de ella en la segunda parte del 2009», sin explicar cómo ni por qué y sin aportar datos objetivos, y lo dice como si tuviera algún control de la situación. ¿Se trata de las conclusiones de un exhaustivo informe económico realizado por especialistas o es más bien una profecía de una mente inspirada?

Demagogia es que el presidente del gobierno diga a los parados que “el Gobierno está pensando en ellos y trabajando para ellos», a pesar de que no haya puesto en marcha medidas especiales para la creación de empleo.

En su descargo diré que estas y otras declaraciones similares no las ha hecho en las cadenas estatales de televisión, sino a través del canal televisivo del PSOE en Internet, aunque esto no elimina de su discurso ni un ápice de demagogia.

Tampoco los políticos de la oposición son ajenos a esta censurable práctica, pero considero que su uso es más grave por parte de quien ostenta el poder. Es, quizá, este excesivo ejercicio de demagogia el que ha hecho que la clase política tenga, cada vez más, tan mala prensa.

¿Acaso Los políticos no deberían ser responsables de sus palabras? Pero qué digo, si en España los políticos no asumen sus responsabilidades.

Por algo tanto Platón como Aristóteles consideraban la demagogia como la corrupción de la democracia.

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