HIJOPUTA y GILIPOLLAS (con perdón)

A raíz del post sobre absentismo en la AAPP y las pagas de productividad se ha desarrollado un hilo de comentarios más que interesantes que ponen de manifiesto las diferentes situaciones en las que se pueden llegar a encontrar los trabajadores públicos.

Pero también a raíz de ese post me ha llegado una historia que creo que puede poner de manifiesto cierto tipo de situaciones y que creo que merece la pena compartir. Os la transcribo a continuación tal y como me ha llegado y a partir de leerla vosotr@s mismos en las conclusiones. Imagino que habrán situaciones totalmente opuestas, o sea, que si queréis en los comentarios os podéis sentir libres de expresarlas o enviarlas por el formulario de contacto.

Hace 12 años me ofrecieron la Jefatura de un Servicio en una Administración Pública. Se trataba del Servicio en el que llevaba 8 años trabajando, por lo que conocía bien al personal que allí había.

Cuando me propusieron para el cargo, y sabiendo lo que se me venía encima en relación con algunos funcionarios en el peor sentido de la palabra, es decir, aquellos que no hacen el güevo, decidí asesorarme y busqué la voz de la experiencia. Me dirigía a un vecino (llamémosle Antonio) que hacía años que dirigía un Servicio en otra Administración, y la conversación fue la siguiente:

—Hola Antonio, ya puedo confirmarte que en breve seré el Jefe del Servicio —.

—Permíteme que te dé el pésame — me contestó Antonio con sorna.

—Verás Antonio, me gustaría conocer tu experiencia en algo que me preocupa mucho y que no sé exactamente cómo he de actuar —le pregunté.

—Soy todo oídos —.

—Pues verás, resulta que tengo dos compañeros que ahora pasarán a estar bajo mi dirección los cuales no hacen nada en absoluto, y además se vanaglorian de ello. Quisiera saber si tú te has encontrado con esta situación y en ese caso cómo actúas —.

—Sí que se me ha dado el caso —respondió Antonio — y la verdad es que no hago nada —.

—¿Cómo que no haces nada? —respondí sorprendido —. Antonio, tú eres una persona formal y responsable, ¿cómo es que no actúas para resolver esa situación? —.

—Te lo diré en dos palabras —me contestó Antonio —, no hago nada para no quedar como un HIJOPUTA ni como un GILIPOLLAS —.

—Te ruego que te expliques un poco mejor Antonio —.

—Pues verás, tengo un funcionario bajo mis órdenes que se llama Manolo (nombre supuesto) que tiene 40 años, es padre de 3 hijos y no da un palo al agua, y además todo el día está vacilando de que no hace nada. Como tengo pruebas suficiente de su actitud, yo podría hacer un informe al departamento de personal para que se le abriera un expediente, pero entonces el resto de compañeros dirían: «hay que ver el HIJOPUTA de Antonio el lío que va a buscarle a Manolo que tiene 3 hijos» (aunque Manolo se esté tocando los cojones todo el día) —.

—No me lo puedo creer —contesté.

—Pero ahí no acaba la cosa —me decía Antonio —. A pesar de las críticas yo puedo hacer el informe y hacerlo llegar al departamento de personal, y una vez allí los compañeros de personal dicen: hay que ver el GILIPOLLAS de Antonio que se cree que esto va a servir para algo —.

—No me lo creo —insistí yo.

—Pues créetelo, así que para quedar como HIJOPUTA y como GILIPOLLAS y además no conseguir nada, prefiero no actuar y aguantarme con él —.

Acabó nuestra conversación y yo no me quedé convencido. Así cuando accedí a la Jefatura decidí dar una oportunidad a mis dos compañeros, pero ellos prefirieron seguir con su actitud de desidia e indolencia. Les di una segunda oportunidad, pero tampoco respondieron. Así que opté por hacer un informe al Departamento de personal con la intención de que les abrieran un expediente disciplinario.

Pues bien, mi vecino Antonio se equivocó, porque no sólo quedé como HIJOPUTA y como GILIPOLLAS, sino que además me eché a los sindicatos encima y para colmo no conseguí nada.

Aguanté como pude 8 años y medio en la jefatura hasta que por fin llegó otro jefe. Para mí fue una liberación.

22 comentarios en «HIJOPUTA y GILIPOLLAS (con perdón)»

  1. Soy de esas personas optimistas que creen que siempre se pueden arreglar las cosas. Por este motivo creo que denunciando los casos de absentismo laboral en las distintas administraciones, podremos avanzar un poquito. Mas por la verguenza de quienes se escaquean que por otra cosa. Hoy son pocos los que se vanaglorian de no hacer nada y si cuando escuchamos esto nos indignamos con el que nos lo cuenta, menos sentirán orgullo de ser funcionarios escaqueados.
    un saludo

  2. @prolongo es cierto que la actitud del funcionario es la principal piedra que hay en la aplicación de ciertas mejoras, sin él no se consigue nada, pero pasa igual en la privada aunque en esta el trabajador corre el peligro de ser despedido. Pero el hecho de «diluir la responsabilidad en la organización es algo más habitual de lo que nos parece. En el momento que uno achaca el no haber avanzado lo suficiente debido a como está organizado todo…

  3. LO QUE UN HUEVO A UNA CASTAÑA

    Dicen las malas lenguas que, «en la Administración Pública todo puede esperar, salvo la nómina», y yo, basándome en mi experiencia como funcionario que soy, y muy a mi pesar, lo ratifico. Y a título ilustrativo os contaré una experiencia padecida en carne propia:

    Tengo una hija adoptada, y durante el proceso de adopción son muchos los documentos que necesité presentar: certificados de todo tipo (de penales, de salud, de ingresos, de haberes…), examen físico, carta de aceptación de los tutores, declaraciones juradas, carta de solicitud… y todo ello legalizando las firmas ante notario y luego legalizando la firma del propio notario en el correspondiente Colegio de Notarios.

    Uno de los primeros documentos que solicité fue el certificado de trabajo e ingresos de la empresa en la que trabajo. Se trata de un organismo público, y conociendo de primera mano como funciona mi Administración, sabía que podría tardar algún tiempo en obtener el documento, por eso comencé a recabar los documentos en el mismo lugar donde trabajo. Y así, mientras elaboraban dicho certificado podría ir TRAMITANDO todos los demás papeles. En el certificado debía constar el tiempo que llevaba trabajando en la empresa, el puesto que ocupaba así como los emolumentos que recibía por mi trabajo.

    Solicité el certificado de trabajo formalmente mediante instancia en el Registro General de la Institución. Mi solicitud iba dirigida al Presidente del Organismo, aunque yo sabía que el itinerario era otro bien diferente:

    • En primer lugar la petición iba a parar al departamento de personal el cual redactada el correspondiente informe que luego pasaba a la firma del Jefe del Servicio de personal.

    • Dicho informe firmado se remitía a secretaría donde se redactaba el Certificado solicitado basándose en el informe previo. También era función de la secretaría datar el certificado, cosa que hacía personalmente el Secretario.

    • El certificado datado se enviaba a presidencia donde era firmado por el Presidente.

    • Luego el certificado datado y firmado volvía a secretaría donde el Secretario lo ratificaba con su firma.

    • Más tarde se devolvía el certificado datado y con ambas firmas al Servicio de personal.

    • Y por último se me entregaba a mí en mano y con el correspondiente acuse de recibo.

    Y para estos trámites fueron necesarios dos meses y medio de espera. Pero afortunadamente al fin tuve el papel en mis manos coincidiendo con que ya disponía del resto de documentos.

    Para que la documentación fuera válida en China se requería la comprobación de las firmas por un Notario y que a su vez la firma de éste Notario fuera ratificada por el Colegio de Notarios oportuno.

    Pues bien, con el certificado de trabajo en mis manos, pedí al Secretario y al Presidente del organismo que me proporcionaran sus DNI originales, ya que el Notario debía dar fe de que las firmas del documento coincidían con las de los documentos de identidad. Ambos fueron muy amable y me dieron sus documentos sin problemas, por lo cual les quedo muy agradecido.

    Con los DNI y el certificado corrí al Notario con el cual tenía concertada una cita de forma que me atendiera de inmediato con el objeto de no tener en mi poder los documentos de identidad de tan importantes personas durante más tiempo del necesario. Cuando llegué a la notaría, tras examinar los documentos el Notario me dijo que la firma del Presidente en el DNI y la del certificado se parecían lo que un huevo a una castaña (sic). A mí me extraño, pero cuando lo miré con detalle me di cuenta de que el certificado lo firmó en su día el Vicepresidente por ausencia del Presidente.

    Cogí un cabreo de mil demonios porque sólo tenía dos opciones a cual más complicada. O bien obtenía el DNI del Vicepresidente el cual se encontraba de vacaciones e ilocalizable (estábamos a primeros de agosto) o bien solicitaba otro certificado para que lo firmara el Presidente (recuérdese que el que tenía había tardado más de 2 meses en prepararse).

    Volví indignado a mi organismo, fui a personal y sin culpar a nadie pero con muestras evidentes de mi cabreo pedí que volvieran a emitir el informe. Comenzaron las pegas: “es que fulanita no está y es ella la que tiene en su PC el informe original”, «es que el ordenanza está de vacaciones y por tanto no hay quien lleve el documento a Secretaría”…

    Mi cabreo iba en aumento, así que cogí el certificado firmado por el Vicepresidente y me fui a mi ordenador donde redacté uno nuevo para lo que no necesité más de 15 minutos. Me fui a secretaría donde el Secretario plasmó la fecha en un instante, con el documento datado me fui a presidencia donde el Presidente puso su firma de inmediato, volví a secretaría buscando la firma del Secretario quien no puso objeciones y firmó, y así en cuestión de 2 horas y media tuve el documento que de otra manera hubiera tardado 2 meses y medio

    Rápidamente fui a la notaría y realicé el trámite de comprobación de las firmas, y por fin respiré tranquilo.

    MORALEJA:

    Es evidente que para mejorar el funcionamiento de la Administración es necesario abordar Políticas públicas, Planes de Mejora, hacer Reingeniería de Procesos, aplicar Modelos de Calidad… todo lo cual requiere mucho tiempo y gran cantidad de dinero.

    Sin embargo, con la experiencia que os he contado —y en la que demuestro cómo en dos horas y media se puede hacer algo que “en condiciones normales” se tarda dos meses y medio— queda claro que sin necesidad de abordar costosos planes de mejora, la Administración funcionaría mucho mejor mediante la aplicación de una fórmula bien simple: que cada empleado público haga lo que debe hacer con rapidez y sin desidia.

    COROLARIO:

    De la moraleja anterior se deduce el siguiente corolario, que tiene forma de pregunta:

    ¿Se conseguiría mejorar la Administración Pública mediante la aplicación de criterios de calidad, planes de mejora, reingeniería de procesos, etc. si el funcionario (en la peor acepción de esta palabra) sigue comportandose con desidia?.

  4. Bueno, hay que verlo por el lado positivo…

    Gracias a que un funcionario no hacía su trabajo yo entré en el ‘mundo’ de la administración, (subcontratado, claro está).

    Reconozco que, aunque yo salí ganando, la sociedad pierde, tiene que pagar el sueldo de un funcionario más una empresa externa.

    Es el cáncer de la administración…

    PD: Por cierto, todos los jefes que ha tenido este funcionario también han resultado ser GILIPOLLAS y HIJOPUTAS.

  5. Como la cosa va de anécdotas, referiré una…

    Meses atrás tuve que hacer unas gestiones en la Tesorería de la Seguridad Social. La funcionaria que me atendió no sólo mostraba diligencia e interés por hacer su trabajo, sino que además conocía muy bien el alcance del mismo y, cuando necesité una información que al parecer excedía estas funciones no titubeó lo más mínimo en levantarse de su asiento e ir a preguntar al -supongo- supevisor.

    No pude evitar el comentar, antes de despedirme, lo gratamente impresionado que había quedado por su profesionalidad y dedicación. Le cambió la cara. No me contestó con estas palabras pero me dio a entender que muy a menudo llegaba a su casa sintiéndose gilipollas y con las sensación de que sus compañeros la consideraba hijaputa…

    No es necesario ser subdirector, ni ostentar jefatura alguna como vemos para estar expuesto a esta desagradable situación.

    ¿Hay esperanza?

    No lo se, pero leyendo algunas de las voces de este foro creo que al menos la semilla de la esperanza si que existe.

  6. Conociendo cómo va el tema lo más inteligente es apechugar y buscar si hay algo que puedan hacer aunque sea poco. Desde luego hay que tener mucho aguante pero es que el sistemas está así de viciado y o luchas contra molinos de viento y te estrellas o asumes la situación y la manejas lo mejor que puedes. Esa es una diferencia cuando viene gente de la empresa privada y quiere aplicar recetas de ésta sin tantear primero el terreno sobre el que se mueven. Se estrellan en el 97% de las ocasiones. Son situaciones muy complicadas

  7. @ismael: es complicado ya que normalmente la gente si no le afecta directamente, es decir, que no les supone un incremento de trabajo para ellos no toman partido en estas cuestiones. Y esto lo he visto tanto en la privada como en la pública.

  8. @Morgana: Creo que el problema principal está en la propia organización, que cobra vida por encima de los objetivos para los que fue creada y que lo único que importa, que le importa es su supervivencia y crecer tanto si es necesario como si no.

  9. Yo os cuento un caso que ocurrió en la AGE y que no va de funcionarios vagos sino de organización ineficiente (y el resultado es el mismo):
    Nada más tomar posesión en su nuevo puesto de subdirector, entrevista uno por uno con todos los ffuncionarios a su cargo, descubriendo con sorpresa que muchos de ellos no sólo no hacen nada o muy poco, y que además se quejan de la pasividad a la que están sometidos. Analiza también los objetivos y funciones de la subdirección y ve que están perfectamente cubiertos. Casa funciones con personas, y, a pesar de mucho rebuscar tareas, llega a la conclusión de que su unidad está sobredimensionada en personal, que con la mitad del personal sería más que suficiente para hacer lo que se venía haciendo e incluso incorporara nuevas tareas, etc.
    Asi que habla con su DG y viene la Inspección a eso, a inspeccionar y hacer un análisis de la situación. El informe de la inspección tarda casi un año en emitirse. Y sorpresa! dice que no sólo no sobra la mitad de los funcionarios, sino que es preciso aumentar la RPT en un 30% para que la Unidad pueda asumir la enorme carga de trabajo que tiene.
    A raiz de ello el SG es cesado de forma fulminante. A raiz de ello también, nadie volvió a decir que le sobraba personal, sino al contrario.

  10. Como tengo la certeza de que no todos los funcionarios se pasan el día al sol, confío que en algún momento serán los mismos compañeros los que harán costado al jefe. Y no solamente apoyándolo, sinó iniciando ellos mismos el movimiento que lleve o bien al toque de atención o, ante la reincidencia, al expediente.

    Digo lo mismo que decía en la anterior entrada: no estamos aquí hablando de los derechos de los trabajadores (los tres niños de «Manolo», las justas reivindicaciones de los sindicatos, etc.) sino de sus obligaciones.

    O sí, estamos hablando de derechos: de los derechos de los compañeros de los vagos a tener un buen clima de trabajo, a trabajar en equipo, a un reparto equitativo de tareas, etc.

  11. Por desgracia, conozco la sensación. Yo he pasado por lo mismo. En algún caso he conseguido cambiar la situación, en la mayoría he quedado como un gilipollas e incluso en alguno como un hijoputa. En fin.

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