Las inversiones de la Administración en su modernización tienen un doble objetivo: por una parte, mejorar su propia infraestructura y, por otro lado, potenciar el desarrollo tecnológico social. Y sobre el primero de ellos trata este texto.
Pese a su serendípico origen, fundamentado en Internet, las Intranets se han revelado como agentes sinérgicos de primera magnitud para las organizaciones. Ninguna empresa (pública ni privada) que se precie puede, en la actualidad, prescindir de su red corporativa o corre el riesgo de quedar descolgado de las grandes ventajas que proporciona las tecnologías de la información y las telecomunicaciones. Son muchos los méritos de tamaña invención, ofreciendo funcionalidades que van desde la provisión de la lógica de negocios y el intercambio de información en tiempo real, hasta servir de repositorio documental.
Una de las principales ventajas de las Intranets es que proporcionan una visión holística de las organizaciones, porque integran aspectos corporativos, laborales, profesionales, culturales y organizativos que, sin ella, probablemente pasarían desapercibidos. Relacionando estos aspectos se obtienen conclusiones desde diferentes perspectivas que permiten gozar de un mejor conocimiento de causa en la toma de decisiones estratégicas por los directivos. Es incuestionable que una Intranet bien construida, mantenida y utilizada puede evidenciar nuevas áreas de negocios así como la forma eficaz de introducir progreso en la organización. Pero no todo es positivo en las Intranets.
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Pues no, no es todo positivo en las intranets ni todo es tan fácil para montar una intranet realmente enfocada al empleado en su globalidad. Suele pasar que el protagonismo de una determinada unidad desequilibre una estructuración por contenidos o que la poca colaboración de otra provoque que haya escasez de información de un determinado tipo. En fin es una de las batallas con las que he tenido que estar.
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