Hagiografía administrativa

En estos convulsos días de duras decisiones políticas que tanto afectan al país en general, a lo público en particular, especialmente a nosotros los funcionarios y especialísimamente a nuestras remuneraciones, he redactado varios textos que al final he decido no publicar para no ofender a nadie porque “con el calentón que tengo sería capaz de cagarme en lo más sagrao”, como diría mi tío Anselmo.

Y es que no sólo me han bajado el sueldo,  también me lo han congelado para el próximo año, lo que unido a la subida del IVA va a suponer que mi nivel de vida, en términos económicos, va a bajar calculo que alrededor del 11%. Por eso, y por muchas otras razones, me gustaría mandar a la mierda a más de un miembro del gobierno (o para ser un poco más preciso, a más de diez), entre otros motivos por su falta de previsión y por sus chapuceras maneras de hacer las cosas.

Pero como no quiero pecar de soez y malhablado, mejor no tocaré ese delicado tema. Además, a pesar de todo me considero un privilegiado porque mantengo mi puesto de trabajo en un país con más de 4 millones de desempleados. Así que en vez de ciscarme en todos los santos, ángeles, arcángeles y en todos los coros celestiales, voy a dedicar este texto a algo completamente opuesto: intentaré explicar por qué Santa Rita de Cascia es la patrona de los funcionarios, descubriré algunos términos bastante desconocidos sobre su advocación, y corregiré algunos errores que sobre su patrocinio existen. Estoy seguro de que lo que voy a contar hará las delicias de todos los aficionados a la hagiografía administrativa, que seguro son muchos. Y para terminar haré una propuesta.

En las dependencias celestiales de Administración pululan muchos santos porque casi todos los colectivos de empleados públicos se encuentran bajo la protección y el amparo de alguno de ellos, cuando no directamente de la Virgen en cualquiera de sus versiones. Así los empleados de la sanidad, los de las fuerzas de seguridad, los maestros, los carteros, los empleados de la Hacienda pública y tantos otros empleados de las instituciones públicas tienen sus propios patrones/as. Pero hoy sólo hablaré de Santa Rita de Cascia por ser la patrona de los funcionarios por antonomasia y cuya festividad se celebra el 22 de mayo. Aunque como más adelante veremos la realidad es algo diferente.

Es muy frecuente que cada vez que alguien menciona a Santa Rita de Cascia como patrona de los funcionarios, algún gracioso sale con la consabida rima pareada de “Santa Rita Rita, lo que se da no se quita” (que maldita la gracia que me hace porque a mí no me ha dado nada). Quizá con esa frase pretendan dar una justificación mística al por qué de la proliferación de los enchufados en la Administración. Y justo después de la simpática fracesita los más graciosos suelen hacer algún comentario estúpido relacionando el calificativo de “Santa de lo Imposible” con el carácter estatutario de sus protegidos públicos (aunque en el fondo no entiendan lo del carácter estatutario). Pero lo que casi todos olvidan es que esta santa también es conocida como “Abogada de los desamparados” y “Mediadora de los sin esperanza”, que es como nos sentimos muchos funcionarios en estos tiempo en los que servimos de chivo expiatorio de las culpas de otros. Pero ninguna de estas razones son las que dan pie a su patrocinio administrativo, más adelante veremos la auténtica razón, pero antes démosle un somero repaso a su interesante vida de santidad.

Santa Rita de Cascia en realidad nació en Roca-Porrena en el año 1381. Uno de las características más conocidas de esta santa, y con la que es representada en la iconografía religiosa, fue la espina que durante parte de su vida llevó en la frente (desde los 61 años hasta su muerte, con la excepción milagrosa del tiempo que duró un peregrinaje a Roma para que no hiciera el viaje mostrando tan desagradable llaga), y es que Dios (en su infinita misericordia), para que ella pudiera compartir el privilegio del dolor de su Corona de Espinas, le dio a Santa Rita una herida en su frente como las que él padeció durante su pasión y muerte. El pincho (supongo que infectado y sin antibióticos a su alcance) le produjo una herida muy dolorosa que además expelía un olor nauseabundo, pero ella lo consideraba una gracia divina como demostraba con su oración: «Oh amado Jesús, aumenta mi paciencia en la medida que aumentan mis sufrimientos«. Claro que esta cualidad de conformismo de la santa, más que a los funcionarios, me parece aplicable a los administrados. Pero no es esta la causa de su patrocinio.

La bondad de esta santa no está exenta de crueldad, lo cual queda de manifiesto en el siguiente suceso: Por conveniencias familiares se casa con un vecino de su aldea natal. Su matrimonio fue un verdadero martirio, pues su marido era caprichoso y violento. Rita acepta su papel: callar, sufrir, rezar (o sea, la virtud de aguantar las palizas). Pero afortunadamente su bondad y paciencia logran la conversión de su esposo. Además, nacen dos gemelos que les llenan de alegría. Pero a la paz le sigue la tragedia. Su esposo cae asesinado, como secuela de su antigua vida disoluta. Rita perdona a los asesinos y eso mismo inculca a sus hijos. Y entonces sucede una escena digna de profundo estudio teológico: Al ver que no puede conseguir que sus hijos abandonen la idea de venganza, Rita pide al Señor que “se los lleve”, por evitar un nuevo crimen, y el Señor atiende su súplica (por lo visto el Señor prefiere cargárselos en lugar de quitarles la idea de la cabeza). Pero esta cruel bondad tampoco es la razón de su protección.

Cuando enviudó quiso entrar en un monasterio de monjas agustinas, de donde era reiteradamente rechazada porque para entrar era requisito imprescindible ser virgen, y ella era viuda y con dos hijos, así que por más argumentos que esgrimía Rita no convencía a las agustinas, que eran vírgenes pero no tontas. Pero al final, milagrosamente entró. ¿Acaso entró enchufada?, la respuesta es sí, y nada menos que por San Agustín, San Juan Bautista y San Nicolás, con quienes se entrevistó en estado de trance, de hecho cuenta la propia santa que en un instante se encontró dentro del convento sin saber por dónde había entrado (esto último me resulta bastante familiar). Pero tampoco es el enchufismo el motivo de su advocación.

Su vida estuvo llena de prodigios, incluso cuando llega a su fin. A la hora de su muerte, en el jardín del convento nacen una rosa y dos higos en pleno invierno para satisfacer sus antojos de enferma. Al morir, la celda se ilumina y las campanas tañen solas a gloria. Su cuerpo estuvo incorrupto durante varios siglos y cuentan que en el momento de su canonización se elevó y sus ojos parpadearon. Tampoco la rosa ni los higos ni las campanas ni el parpadeo tienen que ver con su patrocinio.

Entonces, ¿qué tiene santa Rita que ver con los funcionarios de la Administración hasta el punto de justificar la advocación? Seguidamente viene la explicación que es muy prosaica, y además está rodeada de equívocos.

El primero de ellos es que existe la errónea creencia de que Santa Rita de Cascia es la patrona de todos los funcionarios, cuando en realidad tan sólo lo es de los funcionarios de la Administración Local. Y en segundo lugar, no hay ninguna circunstancia milagrosa que justifique el patrocinio, a no ser que se considere prodigiosa la historia que seguidamente narro.

La santa fue propuesta como protectora de los funcionarios en el año 1952 por el entonces Director General de la Administración Local, y fue nombrada en 1965, según  el Reglamento del Colegio Nacional de Funcionarios de la Administración Local, (esto es un reglamento completo donde los haya, que ni siquiera deja sin respuesta los aspectos divinos de la profesión, y es que ya no se hacen reglamentos como los de antes). En el art. 4 se establece que: “Todos los Colegios estarán bajo la advocación de Santa Rita de Casia, Patrona de ellos”.

Todo comenzó con el deseo de estos empleados públicos de crear un Colegio de Funcionarios de la Administración Local, lo que en opinión del citado Director era poco menos que imposible considerando que el Colegio de Cuerpos Nacionales estaba presentando muchos problemas. Dijo que el asunto se estaba llevando al plano de lo imposible, y entonces se le ocurrió una (gran) idea: Sugirió poner por patrona a Santa Rita, Abogada de Imposibles.

Santa Rita fue aclamada patrona por unanimidad y lo que parecía imposible se hizo posible. El Colegio Nacional, con otros provinciales y locales, comenzó a funcionar en 1965 según la Orden Ministerial de 7 de enero y resolución del mismo día 7 de enero de 1965 de la Dirección General de la Administración Local (¡toma ya milagro!). Y este es el auténtico motivo.

Entre los fines y funciones de este Colegio destacaban: velar por el cumplimiento de los deberes profesionales de los colegiados; tutelar y defender los derechos de los colegiados y ostentar su representación; estimular y facilitar su perfeccionamiento profesional; crear, organizar y fomentar instituciones de carácter cooperativo, mutualista, benéfico o social en beneficio de los colegiados y sus familias. Y si no me equivoco, esta entidad desapareció en 1978, pero la santa siguió ejerciendo de patrona.

Una pequeña anotación: Santa Rita es también patrona de los fabricantes de butifarras y de los gusanos de seda.

Como dije al principio de este texto, son muchos más los santos que protegen a los funcionarios. Incluso los políticos tienen su propio patrono: Santo Tomás Moro, que quizá sea objeto de un próximo post.

NOTA: Y para terminar, una propuesta desde este foro sobre e-Administración. Propongo a Carlos Guadián que desde esta web impulse alguna acción dirigida a elegir un santo patrono para la e-Administración, que tan necesitada está de ayuda, incluso divina.

11 comentarios en «Hagiografía administrativa»

  1. Querido Louis, el hecho de querer elegir un santo o santa patrono/a para la e-administración me sume en un mar de dudas ya que no sabría a que religión acudir. Después de tu descripción sobre la vida de Santa Rita de Cascia me inclino a no optar por ninguno relacionado con la religión católica. Quizá algo como el sintoismo que nos permita alcanzar el equilibrio sería más indicado.

    Saludos,

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