El don de la bi-ubicuidad

A pesar de mi ferviente agnosticismo, la hagiografía ha gozado siempre de gran predilección por mi parte. La vida y obra de los Santos siempre me han parecido apasionantes. Historias ejemplares, sucesos fascinantes, sufrimientos indescriptibles, hechos sobrenaturales, acontecimientos espeluznantes, seres fantásticos, sacrificios sobrehumanos, martirios insufribles… y sobre todo increíbles milagros. Todo esto y mucho más concurre en las vidas de estas personas cuyos valores la Iglesia les reconoce otorgándoles la santidad.

Leer sobre sus vidas es entrar en un mundo mágico donde puede ocurrir lo más inesperados. Anacoretas, mártires, vírgenes (sí, se puede llegar a santa por esto), monjas, profetas, patriarcas, viudas (sí, han leído bien)… se convierten en protagonistas de acontecimientos sobrenaturales.

Y de entre todos ellos destaco a San Martín de Porres, mulato peruano y fraile perpetuo, normalmente representado con una escoba en la mano. Personalmente creo que este santo puede considerarse el paradigma de la santidad por sus cualidades milagrosas, o al menos eso creía yo antes de trabajar en la Administración. Resulta que este aspirante a cura de piel oscura tenía el don de la bi-ubicuidad, es decir, tenía la portentosa cualidad de poder estar al mismo tiempo en dos lugares diferentes y distintos.

Pero sus potencialidades como santo milagrero no acababa ahí, sino que cada una de sus dos encarnaciones seguía haciendo milagros por su cuenta, como sanar a los enfermos o sacar alimentos de donde no había nada para dárselos a los pobres. Y además, sus milagros se extendían también a los animales. Vamos, la rehostia en milagros.

Siempre admiré a tan extraordinario personaje, hasta que hace pocos meses y gracias al control de presencia que han puesto en las oficinas de la Administración en la que trabajo, me he dado cuenta que lo de la bi-ubicuidad no es tan excepcional como yo creía.

Tengo compañeros que sin mayor esfuerzo están en dos sitios a la vez. O al menos eso pone de manifiesto las evidencias, porque mientras el sistema de control de presencia afirma que se encuentra cabalmente trabajando en su puesto de trabajo, yo les he visto en el bar o de paseo por la calle.

Otros cuya firma en los listados de asistencia acredita que han estado recibiendo un curso de la máximo utilidad, se encuentran a la vez en casa viendo un partido de fútbol de mayor interés.

Pero mis compañeros son seres aparentemente normales, empleados públicos de los que nadie podría sospechar que gozan de tales superpoderes y que sin embargo los ejercitan a la más mínima oportunidad y con total discreción (como exige la humilde santidad).

Y además la ubicuidad múltiple de estos ejemplares trabajadores de la Administración también es doblemente milagrosa porque su rendimiento laboral parece no disminuir, y tampoco disminuye su sueldo. Increíble.

Y yo que creía que lo de San Martín era algo excepcional.

3 comentarios en «El don de la bi-ubicuidad»

  1. A mi por ejemplo Alfons Cornella, siempre me ha parecido un poco nestoriano por su concepción diafisita de la vida, su hermosa teoría de los dipolos, a Enrique Dans, eterno defensor del Cloud Computing me recuerda a la concepción de UMMA de los musulmanes, a Ponti desde luego se le nota la influencia budista y para rematar , ya que le veo aqui a Alorza lo veo cabalístico 🙂

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