Los libros condenados

Dicen los entendidos en saberes arcanos y magia ritual que el “Necronomicón” es un libro prohibido y peligroso cuya sola lectura provoca la muerte. Por eso, cuando recibí aquel misterioso sobre cuya parte izquierda era toda negra cual esquela mortuoria y extraje de él aquel cúmulo de papeles escritos con un lenguaje enigmático, me asusté tanto.

Me daba miedo el simple hecho de tenerlo en mis manos, pero al mismo tiempo la curiosidad me impedía tirarlo y lo miraba de soslayo.

Mi terror se acrecentó cuando comprobé que el sobre procedía del Ministerio de Economía y Hacienda, y en particular de la Secretaría de Estado de Hacienda y Presupuestos de la Dirección General del Catastro. Según se intitulaba el documento se trataba de una “Notificación catastral del procedimiento de valoración colectiva de carácter general”. Me tranquilizó un poco saber que los efectos del comunicado no me afectaban a mí sólo, sino a un colectivo, pero aun así mis manos temblaban mientras sostenía los papeles. Me encomendé a las ánimas benditas y seguí leyendo.

El pánico se apoderó de mí cuando comprobé cómo mis datos personales aparecían rodeados de caracteres crípticos cuyo significado superaba mi capacidad de raciocinio. Los símbolos 0001620/92_TN92004319_YYMD_PCV_92004319_002 se me antojaban un conjuro de fatales consecuencias. Parágrafos como “coeficiente de participación”, “tipo de gravamen”, “límite art. 74.2 TRLRHL”, “componente individual”… anulaban mi facultad de razonamiento. Y siglas como MBC, MBR y otras tantas complicaban aun más lo incomprensible.

Hice acopio de un valor que jamás reconocí en mí y decidí enfrentarme a la muerte, así que seguí leyendo sin apenas comprender lo que tenía ante mis ojos. Tras leer el documento completo aun seguía con vida, por eso deduje que no se trataba de un extracto de fatídico libro. Sin ni siquiera comprender nada de lo que me querían decir por la cantidad de números que incluía el documento deduje que en algún momento debía pagar algo.

Algunos extraños símbolos en el margen de los documentos me hizo pensar en su origen no terrestre. Quizá se trataba del libro “Las estancias de Dzyan” cuyo origen venusiano es más que probable.

Repasé de nuevo los papeles y aun sin comprenderlas, frases como “la base liquidable es el resultado de minorar la base imponible en el importe de la reducción” me tranquilizaron un poco. Pero no debía confiarme demasiado porque cualquier signo o lexema en cualquier parte del documento podría ser fatídico.

Quizá recurriendo a La Cábala podría alcanzar a comprender algo más, así que llamé a mi amigo Mierync, reconocido especialista en Hermenéutica, para que me ayudar a descifrar los entresijos del comunicado. Tras un análisis detallado de los legajos sentenció que probablemente se tratara de un extracto de “Excalibur”, un libro que todo aquel que lo lee se vuelve loco, y añadió que era más fácil desentrañar el significado de los textos sagrados que comprender los escritos de la Administración. Su conclusión me pareció acertada porque mi cabeza era ya incapaz de razonar.

Sin embargo, a pesar de lo incomprensible del texto, yo mantenía viva la esperanza de llegar a comprenderlo algún día, porque en la última de las hojas (esto sí lo comprendí) afirmaba que todo tenía un fundamento jurídico, de manera que fácilmente podría comprender lo que se me comunicaba si recurría al Texto Refundido de la Ley del catastro Inmobiliario, aprobado por el Real Decreto Legislativo 1/2004, de 5 de marzo; al Texto Refundido de la Ley Reguladora de las Haciendas Locales, aprobado por real Decreto Legislativo 2/2004, de 5 de marzo; a la Ley 58/2003, de 17 de diciembre, General Tributaria; al Real Decreto 417/2006, de 7 de abril; al Real Decreto 520/2005, de 13 de mayo; al Real Decreto 1020/1993, de 25 de junio; al Real Decreto 1127/2008, de 4 de julio; a la Orden de 14 de octubre de 1998, y a la Orden EHA/1213/2005, de 26 de abril.

Louis Crandell
Hospital psiquiátrico de Jákima
Pabellón 21

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